San Benito y su medalla
La Medalla de San Benito es un signo sagrado muy difundido entre los fieles católicos. Presenta de un lado la Cruz de Cristo y del otro la imagen de San Benito Abad.
Sobre la Cruz – y a su alrededor – se hallan escritas las letras iniciales de una oración ó exorcismo. La Medalla de San Benito recuerda a los fieles que la llevan consigo la presencia constante de Dios y su protección. El significado de las iniciales es el siguiente (texto latino y traducción):
El lado de la Cruz suele estar encabezado, o por el monograma del salvador: IHS, o por el lema de la orden benedictina: PAX.
En los cuatro ángulos de la Cruz se encuentran grabadas las siguientes iniciales: C.S.P.B., que significan: Crux Sancti Patris Benedicti, o sea: Cruz del Santo Padre Benito
En la línea vertical y horizontal y alrededor de la Cruz, se leen, en el siguiente orden, estas otras iniciales, cuyas palabras componen la oración u exorcismo que tanto teme Satanás y que conviene repetir a menudo.
C.S.S.M.L.
CRUX SANCTA SIT MIHI LUX
La Santa Cruz sea mi luz
N.D.S.M.D.
NON DRACO SIT MIHI DUX
No sea el dragón mi guia
V.R.S.
VADE RETRO SATANA
Retírate, Satanás
N.S.M.V.
NUMQUAM SAUDE MIHI VANA
No me aconsejes vanidades
S.M.Q.L.
SUNT MALA QUAE LIBAS
Son cosas malas las que tú brindas
I.V.B.
IPSE VENENA BIBAS
Bebe tu mismo el veneno
En este breve texto, la victoria sobre el demonio se atribuye a la Cruz de Jesucristo, que es luz y guía para el fiel, y que se opone al veneno y a la maldad del tentador. Es un eco de la consagración bautismal, donde el neófito es lavado con el agua de la regeneración y recibe la luz del Señor; pronuncia también las palabras de renuncia al demonio y confiesa la fe.
Por ello el cristiano que lleva la medalla no lo hace con una preocupación supersticiosa por apartar a los malos espíritus, sino consciente de que es por la presencia del Señor Jesucristo y una vida conforme a la gracia, como habrá de mantener alejado al diablo y sus tentaciones. Donde está la gracia divina, no se puede aproximar el demonio
La Medalla de San Benito data de una época muy antigua y debe su origen a la profunda devoción que el Santo profesaba a la Santa Cruz, signo adorable de nuestra Redención, y que recomendaba a sus discípulos para vencer las tentaciones y asechanzas del enemigo.
En la vida de San Benito Abad escrita por el papa San Gregorio Magno, el abad Benito muestra una especial devoción hacia la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo, signo de nuestra salvación. En uno de los milagros narrados por su biógrafo, un vaso que contenía veneno se quiebra cuando San Benito hace la señal de la cruz sobre él. En otra oportunidad, uno de sus discípulos fue perturbado por el maligno, y el santo le manda hacer la señal de la cruz sobre su corazón para verse librado.
En su Regla de los monjes, San Benito indica que cuando un monje iletrado presenta su carta de profesión monástica ante el altar, debe usar como firma una cruz.
Estos y otros muchos indicios invitaban a los discípulos del abad San Benito a considerar la Cruz como una señal bienhechora que simboliza la pasión salvadora de Cristo, por la cual fue vencido el poder del mal y de la muerte.
Las investigaciones históricas sobre el origen de la Medalla de San Benito han determinado que su difusión comenzó probablemente en la región de Baviera hacia el año 1647. En esa época, durante el proceso judicial seguido a unas hechiceras, éstas declararon que no habían podido dañar a la cercana Abadía de Metten, porque estaba protegida por el signo de la Santa Cruz. En dicho monasterio se hallaron pinturas con representaciones de la Cruz junto con las iniciales que acompañan hoy a la Medalla. Pero las misteriosas letras no pudieron ser interpretadas hasta que en un manuscrito de la biblioteca se encontró la imagen de San Benito y la oración compuesta por las iniciales. En realidad, un manuscrito anterior (siglo XIV), que aún se conserva, procedente de Austria, parece haber sido el origen de la imagen y de la oración. En el siglo XVII un importante autor la tuvo por supersticiosa, debido justamente a los enigmáticos caracteres que acompañan a la imagen. Pero, en el año 1742 el Papa Benedicto XIV decidió aprobar el uso de la Medalla de San Benito, y mandó que la oración usada para bendecirla se incorporase al Ritual Romano.
En el siglo XIX se dio un renovado fervor por la Medalla de San Benito. En los trabajos escritos de Dom Prosper Guéranger, abad de Solesmes, y de Dom Zelli Iacobuzzi, de la Abadía de San Pablo Extramuros (Roma), se estudia detenidamente el origen y la historia de dicha medalla. Desde este ultimo monasterio, convertido en verdadero foco de irradiación benedictina en aquella época, se difundió también la devoción a la Medalla. La representación más popular de la misma es la llamada «medalla del jubileo», diseñada en la Abadía de Beuron (Alemania), y acuñada especialmente para el Jubileo benedictino del año 1880, conmemoración del XIV centenario del nacimiento de San Benito. Los abades benedictinos de todo el mundo se reunieron para aquella ocasión en la Abadía de Montecassino, y desde allí la Medalla se diseminó por todo el mundo.